Cuando el periodismo se pone al servicio de una dictadura, eso se convierte en un arma destructiva: todo poder, tanto democrático como autoritario, busca el apoyo periodístico, pero mientras lo democrático permite cotejar la información, lo autoritario la moldea. Fue lo que pasó a lo largo de la dictadura de Alberto Fujimori durante la última década de los ’90 y que Mario Vargas Llosa pinta con un lenguaje transparente en su última novela, Cinco esquinas, salida el 3 de Marzo.
El escritor peruano subrayó el hecho de que, durante su dictadura, Fujimori y su hombre de confianza Montesinos utilizaron -y fueron los primeros en hacerlo tan sistematicamente- el periodismo amarillista como medio para eliminar a sus enemigos.
¿Como puede el periodismo convertirse en tan poderosa arma? La respuesta es simple: el cinismo y la corrupción dominan el animo humano y, de reflejo, la sociedad. Es un mecanismo espantoso en su límpida ejecución: se aprovecha del arribismo personal, del miedo, del deseo de manejar poder y dinero y, encontrando fertilidad, se produce la ilusión de ser inmortales protegidos por tanto prestigio. Es precisamente lo que, en la novela, le pasa al director de la revista escandalística Destapes, poniendo a sí mismo y a toda la redacción en las manos del Doctor. Renuncia de esta forma a la misma libertad que después querrá recobrar chantajeando un rico empresario peruano, Quique, con una fotos comprometentes, queriendo obtener dinero para financiar la revista y subir su prestigio. Paradojicamente, pierde incluso la libertad de hacer el mal y dicha acción le llevará a la muerte, por no haber obedecido a las órdenes del aún más chantajista Doctor.
La misma suerte sufre otro personaje de la novela, La Retaquita, al tomar el mando de la redacción después de la misteriosa desaparición y muerte de su jefe: el Doctor manipúla su miedo de sufrir el mismo destino, enorgullece al mismo tiempo su ego y la tenta con el perpetuo poder que podría conquistar, con tal de que haga lo que se le requiere.
Pero: ¿se podrían denunciar las personas de poder que chantajean a los periódicos y periodistas? ¿Y cómo? En la novela Vargas Llosa contesta con las acciones de La Retaquita que denuncia pubblicamente, en un numero de Destapes, quien estaba realmente detrás de la muerte de su jefe. Sin embargo, éste es un acto de heroísmo estéril: está motivado sólo por un sentimiento de venganza contra el Doctor y, por si no fuera bastante ya, nada más haber denunciado el hecho seguirá con el periodismo amarillo e incluso llegará a obtener un programa en la televisión.
Mario Vargas Llosa pinta un cuadro con matices de grises tendientes al negro en la escena en la que Quique, el que había sufrido el chantaje, ve el programa de Destapes en televisión bajo la incrédula y sinceramente curiosa mirada de su mujer Marisa. Ésta es una metafora entre triste y alegre, para utilizar un binomio cervantino, que refleja el rumbo del periodismo de hoy en día: un tipo de periodismo con cada vez más público que quiere siempre menos actitud crítica en cotejar las informaciones de diferentes periódicos y siempre más un “periodismo basura” que convierte mentiras en verdades.
Éstas son señales de un grave problema cultural y de un grave fracaso de las conciencias humanas, a las que todos tendríamos que escuchar y poner remedio lo antes posible.
Redatto da Carlotta Orlandi
Il premio Nobel Vargas Llosa svela il potere distruttivo del giornalismo scandalistico